lunes, 23 de noviembre de 2015

¿ SANGRE EN NOMBRE DE DIOS ?



En la foto superior se pueden apreciar las ruinas del antiguo castillo cátaro de Montsegur. Situado en el actual departamento del Laguedoc francés, esta fortaleza se hallaba en lo que se conocía durante la Edad Media como Occitania. El castillo de Montsegur, encaramado sobre un impresionante domo que alcanza los 1207 metros de altura, fue el último reducto de la población cátara de Occitania
     El catarismo es fue una corriente cristiana que honda sus raices en los saberes del zoroastrismo persa.Tuvo sus orígenes en zonas de la actual Bosnia y Hungría. Allí se recogían creencias que seguían doctrinas mazdeístas, pero además tenían a un cristo salvador que representaba el bien frente a su antagónico, creador de las tinieblas o Dios del mal. Este Cristo redentor había sido enviado a la tierra para enseñar a los creyentes el modo de salvarse.
     Estos herejes cristianos fueron perseguidos primero por los emperadores bizantinos, lo que les hizo huir hacia el Occidente, llegando a la Lombardía italiana y posteriormente al Languedoc, donde fueron acogidos por el conde Toulouse en las postrimerías del siglo XI.
     Los cátaros soñaban con un cristianismo que se asemejara a la iglesia primitiva, por lo que actuaban según sus principios. Una creencia totalmente espiritual cercana a las primeras luces del cristianismo, donde la naturaleza jugaba un papel fundamenta. Localizaban lugares sagrados donde realizaban sus ceremonias, donde la mujer a diferencia de la iglesia católica tenía un papel destacado. Durante toda su vida un cátaro debía tratar de alcanzar la perfección cristiana, para ello se basaban en las teorías dualistas del bien frente al mal, el alma frente al cuerpo renunciando a los bienes materiales. De esta manera se oponían frontalmente a las teologías trinitarias resultantes de Nicea por lo que fueron perseguidos por la iglesia de Roma.
    La cruzada papal no tardó en cobrar forma tras el Concilio de Tours en 1181, persiguiendo a los cátaros cruelmente por toda Occitania al condenarlos por herejía.
      El último capítulo de la persecución cátara tuvo lugar a los pies del castillo de Montsegur donde se había refugiado los últimos cátaros. Tras varios meses de acoso al castillo, las tropas de francas permitieron a los cátaros salvar su vida si renegaban de su religión. Quince días después , la totalidad de los cátaros bajaron del castillo y fueron quemados en la hoguera a los pies de la montaña.
 En el lugar donde estaba la hoguera, ahora denominado plano de los quemados, se haya un obelisco recordando a los doscientos mártires cátaros que puede observarse en la segunda foto.

     La intolerancia religiosa no es un asunto nuevo a lo largo de la historia. Desde el principio de los tiempos los pueblos han intentado imponer sus creencia y elevar a su Dios como el único y verdadero. Éste hecho ha provocado gran parte de las guerras que se llevaron a cabo durante casi dos milenios. Hindúes, cristianos, judíos, musulmanes, ninguna creencia se ha visto libre de confrontaciones por tratar de elevarse por encima de otras. Sin embargo, prácticamente en ninguna de ellas encontramos las palabras que nos empujen a matar al no creyente.
   Si leemos algunos pasajes del Corán, hoy tan manido, encontramos Suras en las que se habla de expandir sus creencias frente a los no creyentes y combatir el politeismo. Este texto nos podría llevar a equívocos si lo trasladáramos a la actualidad. No podemos olvidadar que Mahoma recibió los textos coránicos en el siglo V, en un momento en que era perseguido por sus extravagantes prédicas, por tanto no tiene sentido la traslación de ese texto a la actualidad.
     Personalmente pienso que el gran error es una interpretación totalmente equivocada y descontextualizada de algunos escritos dogmáticos por parte de algunos elementos que han sido fácilmente manipulables, pero no por ello debemos juzgar al todo por la parte. Quizás el extremismo pueda ir desapareciendo cuando dentro de esas religiones tan dogmáticas haya gente que pueda llevar adelante una ilustración, del mismo modo que otras lo hicieron en siglos pasados, pero sin duda deberá ser llevada a cabo desde su propia jerarquía.    
     
   Sin ninguna duda el Dios por el que las religiones luchan o han luchado a lo largo de los siglos  abominaría hoy en día de cualquier gota de sangre derramada en su nombre.

Diego Moya.

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